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agosto 09, 2023 3 lectura mínima
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), casi 800 mujeres murieron cada día en 2020 por causas evitables relacionadas con el embarazo y el parto (1). Aproximadamente el 95% de estas muertes maternas ocurrieron en países de ingresos bajos y medios.
A nivel mundial, la sepsis es una de las causas más frecuentes de muerte materna (2,3). La sepsis es un estado en el que el cuerpo responde de forma no regulada a la infección. Más específicamente, los NIH definen la sepsis como una “disfunción orgánica potencialmente mortal causada por una respuesta desregulada del huésped a la infección” (4).
Comúnmente se considera que la sepsis es una consecuencia de una infección en el sistema genitourinario, sin embargo, también son frecuentes las infecciones respiratorias y gastrointestinales. Es particularmente peligroso para las madres primerizas y futuras, ya que puede ser difícil de detectar debido a los cambios fisiológicos existentes asociados con el embarazo y el parto. El tiempo también juega un papel crucial en la detección y el tratamiento de la sepsis en las mujeres embarazadas. Por lo tanto, puede ser difícil iniciar una intervención temprana, específicamente en los países de ingresos bajos y medianos, donde las madres a menudo dan a luz en casa y no están educadas ni son conscientes de los síntomas que son indicativos de sepsis temprana. También resulta muy difícil tratar la sepsis entre la población embarazada en general debido a la presencia del feto. Por lo tanto, no se pueden utilizar ciertos antibióticos que normalmente se administrarían a una persona que sufre sepsis.
Varios factores pueden aumentar el riesgo de infecciones maternas periparto, lo que podría provocar el desarrollo de sepsis. Estos factores incluyen problemas de salud preexistentes (como desnutrición, diabetes, obesidad, anemia grave, vaginosis bacteriana e infecciones por estreptococos del grupo B), así como condiciones espontáneas o intervenciones de profesionales de la salud durante el trabajo de parto y el parto (como la ruptura prolongada del membranas, exámenes vaginales repetidos, extracción manual de la placenta y parto por cesárea) (3).
Se han tomado medidas para reducir la mortalidad materna por sepsis, entre ellas, la creación de estrategias que permitan la identificación temprana de la sepsis seguida del inicio temprano del tratamiento. La profilaxis se limita a corregir factores de riesgo modificables como la anemia y la obesidad. Sin embargo, se ha estudiado la administración de antibióticos antes del parto por cesárea y tiene efectos beneficiosos bastante marcados.
Recientemente se probó la capacidad de la azitromicina, un antibiótico que tiene una capacidad conocida para defenderse contra un amplio espectro de bacterias, para prevenir la sepsis en madres en trabajo de parto. El estudio encontró que una dosis única reducía considerablemente la tasa de sepsis y mortalidad materna (5).
Un factor importante que contribuye al aumento de la resistencia bacteriana es el uso irracional de antibióticos. Sin embargo, durante el corto período de tiempo que se ha probado la azitromicina en madres embarazadas, no se ha demostrado que una dosis única de azitromicina esté asociada con un aumento de la resistencia bacteriana. Por supuesto, se necesitan estudios adicionales para evaluar los efectos a largo plazo de esta práctica, aunque por ahora parece prometedora.
Escrito por el Dr. Néstor Ferrer
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