enero 05, 2017 3 lectura mínima
Tradicionalmente, la creencia sostenida por la comunidad científica y más allá era que el ADN era responsable de transmitir la información biológica de una generación a la siguiente a través de los genes, y esto es cierto.
A veces, ocurren mutaciones aleatorias y cambian el mensaje de un gen y el mensaje alterado se transmite a la descendencia. La epigenética ha planteado una forma alternativa y adicional de cambiar los genes a través de partes del ADN que interactúan con el medio ambiente y, cuando se las insulta, se convierten en epimutaciones.
En 2005, Michael Skinner y sus colegas en su laboratorio descubrieron que los descendientes de tercera y cuarta generación de una rata preñada expuesta a fungicidas tenían recuentos de espermatozoides anormalmente bajos y que la condición no era el resultado de un cambio en su ADN heredado (Smithsonian 2016).
Repitieron los experimentos una y otra vez, con diferentes productos químicos y sustancias que se sabe que están relacionados con enfermedades de la próstata, los riñones, los ovarios y el sistema inmunitario, y observaron resultados similares consistentemente: las enfermedades aparecieron en los hijos de madres expuestas muchas generaciones después. Este descubrimiento generó una nueva forma de pensar sobre los posibles problemas de salud a largo plazo de la exposición a sustancias químicas ambientales y destacó los peligros de las exposiciones tóxicas durante el embarazo. Hemos tendido a pensar que los contaminantes ambientales son peligrosos para los adultos y los niños, y tal vez peligrosos para un feto que lleva una madre expuesta. Pero, ¿la idea de que la exposición a un químico en una abuela se transmitiría a los nietos que aún no han nacido? Esta es una hipótesis bastante importante para cualquier persona interesada en la salud reproductiva o, de hecho, en cualquier tipo de salud.
La bioquímica detrás de la epigenética transgeneracional es compleja. Los estudios de Skinner encontraron que a medida que el cuerpo absorbe las toxinas, alteran ciertas moléculas que se adhieren a las células que eventualmente se convierten en óvulos o espermatozoides, que luego se transmiten a los futuros descendientes. Estas moléculas interfieren con las funciones del ADN y persisten a través de generaciones y cada vez abren el camino a las mismas enfermedades.
En palabras de Skinner, “a lo que estuvo expuesta su bisabuela podría causarle enfermedades a usted y a sus nietos”. En otras palabras, cuando una mujer embarazada se expone a sustancias potencialmente tóxicas durante el embarazo, puede afectar no solo a sus hijos, sino también a sus descendientes en el futuro.
En el lado positivo, estos hallazgos podrían ayudar potencialmente en nuevos diagnósticos médicos en los que los médicos observarían los patrones moleculares de un paciente en una etapa temprana de la vida para determinar su riesgo de desarrollar ciertas enfermedades.
En 2012, el equipo de Skinner informó que "la exposición de ratas preñadas al contaminante dioxina, combustible para aviones, repelente de insectos o una combinación de bisfenol A (BPA) y ftalatos, componentes químicos de plásticos en envases de alimentos y empastes dentales, induce una variedad de trastornos hereditarios en descendientes de cuarta generación, como anomalías puberales, obesidad y enfermedades de los ovarios, riñones y próstata”.
Estos descubrimientos no se han producido sin controversias. Algunos dicen que las dosis de sustancias químicas que usa Skinner en sus estudios son mucho más altas de lo que las personas estarían expuestas y, por lo tanto, sus resultados no son relevantes para los humanos. Skinner, sin embargo, responde diciendo que su objetivo no había sido realizar una evaluación de riesgos de los productos químicos, sino proporcionar otra posible explicación para los efectos transgeneracionales y cómo interactúan los genes y el medio ambiente.
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